El día en que deje de huir de mí misma
- Bonooq by Aide Montilla
- Nov 27, 2022
- 4 min read

Cientos de ferias callejeras tienen lugar durante los veranos en la ciudad de Nueva York. He vivido en esta jungla de cemento desde el año 1998. Aunque debo admitir que, desde mi regreso, a menudo me siento como una extraña de esta ciudad.
Hubo un momento en mi vida en el que Nueva York me pareció “asfixiante”. Antes de que supiéramos lo que es autorregularse y cuando prácticamente nadie hablaba de la meditación y mindfulness, cuando la ciudad tenía una forma muy dura de partirte en dos o comerte viva; en ese entonces sentí la necesidad de irme. Y así lo hice.
Tenía 27 años cuando hice mis maletas y arranque, junto a mi hija de 5 años y mi esposo de ese entonces; me mudé al sur. Concord, Carolina del Norte nos recibió con los brazos abiertos.
Era el año 2007 y el aire fresco de la interestatal 85 llenaba mis pulmones, trayéndome la tranquilidad de haber tomado la decisión correcta. Viví en NC unos 4 años hasta que me invadió la necesidad de mudarme de nuevo.
En el 2011 regresé a casa, a la República Dominicana. Esta vez empaqué al mismo esposo, la misma hija quien ahora era mayor, más 2 carajitos adicionales a quienes había traído al mundo. Una dulce caricia caribeña cubierta de agua salada llenó mis pulmones y sentí como volvía a la vida.
Siempre he sido un espíritu creativo, sin miedo a moverme de un lugar a otro, sin miedo de probar cosas nuevas, comidas y países. Nunca me ha aterrado explotar, cambiar. La única de mi familia con tatuajes, para la cual cambiarse el color de pelo es prácticamente igual a cambiarse la ropa interior.
Pero por alguna razón desconocida, después de mi regreso a la República Dominicana, sin darme cuenta me convertí en un ser humano llena de temores, un ser humano que a menudo no reconocía.
¿Conoces eso que de repente invade tu estómago, lo que te dice que no perteneces a un lugar, pero ahora ya eres mayor de edad, comienzas a pensar que hay algún tipo de recompensa en quedarte donde estás y sembrar raíces como el adulto que ahora se supone que eres? Pues eso fue justamente lo que sentí durante 8 de los 10 años de mi estadía en RD.
Me convertí en una mujer asustada. Alguien que pensó que necesitaba quedarse donde era "seguro". Ahora ya no tenía esposo, tenía a los 3 carajitos para mí solita, un buen trabajo familiar que algún día lideraría, una casa (pent-house), un auto y “estabilidad”. ¿Para qué rayos iba a escuchar a mi instinto?
Un día sucedió algo, de esas cosas que hacen que te remenees. En realidad no era nada “nuevo” pero lo que fue en esta ocasión me molestó muchísimo, tanto que decidí hacer mis maletas, empacar a los 3 carajitos que me llaman mamá, celebrar mi cumpleaños #40 y marcharme.
Ese verano me encontré con una feria en la calle 135 y la avenida Lenox. Las librerías, bibliotecas y lugares donde venden libros en general representan un gran peligro para mí bolsillo. Tomé varios libros, uno de ellos “Finding me” de Viola Davis, una actriz que había visto en películas y de la cual que sabía muy poco. Como la adicta a los libros que soy, me deje atrapar por la portada del libro, esa expresión en su rostro me llevo a comprarlo.
Debo confesar que ese libro estuvo en mi estantería desde julio hasta octubre del 2022. Lo despolve el día en que llevé a mi hijo al hospital para que le operaran su fractura del codo izquierdo. Sentada en la sala de espera comencé a leer. Leí mientras ambos esperábamos en el área preoperatoria (foto de arriba). Leí durante las tres horas que estuvo en cirugía. Leí mientras él despertaba de la anestesia. Leí mientras descansaba luego de la cirugía.
48 horas después habia leído el libro.
Tras leerlo descubrí a una mujer que había soportado el dolor de más formas de las que yo podía imaginar, pero también abrí mis ojos a un mundo de posibilidades. Entendí por qué seguía mudándome de ciudad en ciudad, de país en país. Finalmente me di cuenta de que tenía que curarme y salvarme a mí para poder ayudar a los demás, que si no regulaba quién soy y cómo me siento conmigo misma, estaría huyendo de mí toda mi vida, como lo había hecho durante todo este tiempo.
Es fácil decir que debemos conocernos, lo difícil es hacerlo.
La mayoría de nosotros va por la vida con una fachada fija para que los demás vean, una cara sonriente a la cual queremos que los demás recuerden; nos preocupamos más por lo que el otro dirá sobre nosotros que lo aquello que nos decimos sobre nosotros mismo. Vamos por este corto trayecto llamado vida escuchando a todos sobre lo que es mejor para nosotros, sin detenernos a escucharnos a nosotros primero.
Hoy, sentada en mi cama, en pijamas, un domingo por la noche, escribo estas letras con la esperanza de que lleguen a los ojos de quien más las necesite. Las respuestas que buscas están adentro, la persona a quien debes hacer orgullosa es a ti misma, la opinión que debe contar es esa que tienes tu sobre ti.
Busquen, profundicen, mediten, conózcanse.
Miren hacia adentro pues solo así encontraran de quien están realmente huyendo. Te puedo asegurar que la respuesta la encontraras cuando mires el espejo,
With love,
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